Vísteme despacio que estoy apurado
Más vale que te apresures lentamente al leer este newsletter
Se dice que allá por los principios del siglo XIX, Napoleón era quien pedía que lo vistieran despacio antes de una batalla, ya que de esa manera evitaba la prisa desmedida que podía llevarlo a cometer errores irreversibles.
En esta misma línea, se conoce que en el siglo XVIII, algunos representantes de la monarquía española ordenaban a sus sirvientes que se “apresuraran lentamente”.
Ambas frases, en forma de paradoja, servían como recurso retórico fácil de recordar, e invitaban, de alguna manera, a la reflexión sobre la relación con el tiempo de las personas de aquellas épocas.
Me resulta interesante pensar que al día de hoy estas frases retóricas podrían aplicarse perfectamente para desafiar nuestra propia relación con el tiempo, que en lo particular me sigue fascinando y desafiando constantemente.
Esta fascinación me llevó a conectar con esta cita –y posteriormente con el libro:
“En un mundo adicto a la velocidad, la lentitud es un superpoder” — Carl Honoré, autor de Elogio a la lentitud.
La cual no solo me ha invitado a reflexionar sobre la velocidad con la que vivimos, sino que también me desafió a pensar en la lentitud como un superpoder.
Además, en esta cita se descubre algo sobre la relación entre la velocidad y la adicción, dos grandes temas cada vez más problemáticos para muchas personas.
Así que hoy me propongo una reflexión acerca de la lentitud, que relaciono directamente con el andar despacio, el poder observar con detenimiento, la contemplación, la acción sin presura, el hacer fuera de la lógica productivista.
Así que antes de continuar, te aviso que no habrá premio por leer el artículo completo, ni por la cantidad de palabras por segundo que hayas sido capaz de retener, ni se premiará a la persona con lectura más veloz.
Tampoco esperes un TL;DR —Too Long, Didn’t Read— ofreciendo una versión resumida de este, ni ninguno de mis newsletters, mucho menos promesas del estilo “para leer en unos minutos”.
Más bien todo lo contrario, lo que te propongo es que continúes leyendo tan solo por el placer de hacerlo, por la genuina curiosidad de lo que vendrá, por sentirte en sintonía con esta temática, incluso hasta por aburrimiento, que podría ser otro gran motor anti-productivista para seguir adelante.
Aprender inglés muchas veces puede convertirse en un proceso frustrante y de nunca acabar, que puede hacernos dudar de nuestras propias habilidades, hasta terminar abandonándolo.
¿Y si esta vez lo haces con propósito y acompañado por la persona ideal? 👉 Language with Purpose
Vamos a comenzar conectando con todo aquello que disfrutamos en lentitud.
Escribir es lo primero en lo que pienso relacionado con una lentitud que valoro y disfruto plenamente, solo por el hecho de estar haciéndolo.
Reconozco también que hay semanas en las que las cosas suceden a una mayor velocidad y en las que intento apresurarme al escribir. Solo por el hecho de “tener que mandar un newsletter cada semana”.
En este punto es donde hoy me detengo y vuelvo a conectar con el propósito que encuentro al escribir, que tiene más que ver con el cambio que se produce en mí al hacerlo.
Muy alineado con el Indio Solari que dijo alguna vez:
“Cuando escribo no busco caerle bien a la gente sino la transformación metafísica mía, lo que cambia en uno al hacerlo.” — Indio Solari
También disfruto mucho de la lentitud al pasar tiempo de calidad con mis seres queridos, con presencia plena, conversaciones profundas, conectando con las emociones y generando momentos únicos, divertidos, relajados, libres de resultados, y por supuesto con un mate compartido.
Solo en la lentitud podemos generar el espacio que necesitamos para reflexionar, para conectar –de verdad– con nosotros mismos y con los demás, para crear, innovar, sentir, disfrutar, aprender, mejorar, crecer…
Solo en la lentitud podremos desarrollar la paciencia necesaria para atravesar los procesos que necesitemos atravesar, y acompañar los procesos de aquellas personas que queramos acompañar –y/o que nos acompañen.
Es todo un ejercicio y desafío para mí volver a esta reflexión una y otra vez, principalmente cuando mi ansiedad es la que está al volante y necesito que todo ocurra ya.
Aunque no creo que se trate de lentitud vs. velocidad, sino más bien de poder reconocer qué ritmo es necesario para cada momento y ser capaces de adaptarnos adecuadamente.
Por lo mientras, cuando escriba lo haré consciente de que es mi espacio de lentitud y de encuentro conmigo mismo –y el newsletter saldrá cuando tenga que salir, y lo leerá quien lo tenga que leer, al ritmo que quiera y pueda leerlo.
También me apoyo en herramientas para facilitarme los procesos y hacerlos más llevaderos y amorosos. Como por ejemplo, DouCards –que me ayuda a diario a repasar y recordar palabras en alemán.
Porque aprender esa lengua, te aseguro, requiere paciencia –mucha paciencia.
Te mando un abrazote.
Maro
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